Llegan noches taciturnas
en que se arrullan las olas,
en lo oscuro,
una melodía de estrellas fugaces
se hamaca en sus aguas.
Aparecen los pensamientos velados
como espejismo de ansiedades,
Sibila en calma,
letargo del alma,
suenan a plañidos lejanos,
y mis lágrimas de espina
se encierran, se encogen…
gris ostracismo
vestigios de antaño…
La sabia de mis versos
son como delgadas huellas latentes,
trechos de fantasía donde
se anida tu nombre
a pesar del tiempo.
Noche taciturna y callada
no muestra su rostro de dolor
y el “te quiero” abandonado
busca escapar de su cárcel
búcaro vacío
donde vivió su
letargo.
Suena en mi pecho
punzante
el filo de ese “te quiero”
que vuelve lamento
cada verso mío…
NINFA DUARTE
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