Te siento orinar en la noche.
Voy adivinando
cómo claudicas
y te rindes
porque las sombras
te podrán defender de celadas
y trampas confesables,
pero no ocultar
el ruido suave
de ese líquido ámbar
que tu cuerpo expulsa
y queda clavado
en la opacidad de la habitación.
Se mantiene allí
tranquilo,
breve,
listo para asaltar
el pobre bastión de mi sueño
cuando ya has terminado el rito
y vuelves a la cama
como una luciérnaga
deseosa
e insaciable…
ERNESTO DEL VALLE
1 comentario:
ERNESTO QUERIDO: ES INCREÍBLE COMO ALGO TAN COTIDIANO, NATURAL Y POCO POÉTICO COBRA BELLEZA DE TU MANO, DE LA GRANDEZA DE TU PLUMA...¡TE FELICITO!...ANY
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