Este ciego animal que es la
ciudad,
No es más que previo entorno
muerto,
la fractura de un oculto
sentimiento
abortando órdenes en la noche
futura.
No me sueltes con mucho respeto,
que invado el camino de tu boca
con desertoras baladas de otoño,
ganándonos un lugar en el averno.
El lomo de un adiós, invita a la
fuga,
guareciendo en la sombra de una
flor
el círculo perfecto de pasión
vulgar.
En tanto, tirando piedras a la luna,
se distrae, en el réquiem de un
loco,
el solitario habitante del
infinito distinto.
SEROMA
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