Bajo la luz púrpura, caminas,
como si por delante tuvieras vida.
Estás arrugado y sediento.
Eres viejo y estúpido.
Como un buey, caminas,
con las níveas patas doloridas.
¿Dónde están tus minutos
sino sentados, sino
en el negro trepidar de las estrellas?
Has visto crecer al sordo
como un milagro sordo,
sediento de asolarlo todo.
La lluvia y las flores están muertas
pero tus pies andan delante
como si te importara, poeta
como si te importara.
II
Lejos, en el terreno taciturno
de una curva en el espacio,
tus ojos reconstruyen las alambradas
de alguna muerte repetida.
Los brazos y las piernas
se condensan en las puertas de la paz,
en la llanura donde las voces
desfilan
sobre los pies desnudos de obediencia:
es Bucarest, Tlatelolco, Tiananmen,
es el viento que palpita sobre la muchedumbre.
El viento está en los labios
como la palabra incierta
que nació antes de haber nacido.
III
Resta una voz en los anaqueles del
pecho,
una lámpara que alumbra con polvo los periódicos.
Aquí es la sombra.
Queda el diario de un brigadista,
el teléfono subrayado sobre un papel amarillo
y la pluma que nunca se desprendió del magenta.
Claro, también hay edificios antiguos
donde los concurrentes lavaban sus traiciones.
Hay un cachorro que busca
una corriente de agua en la sequía,
y unos niños corriendo para mitigar el frío.
No resta el sol, ni los árboles
y mucho menos la risa
de las mujeres con cántaros en la cabeza.
Resta la voz, la luz, el diario escrito en nuestro
pecho,
resta un teléfono sin nombre
que fue subrayado con sombras.
EMMANUELLE BRÍO
1 comentario:
Emmanuelle: maravillosas letras de pasado, presente y futuro. Pletóricas de metáfora, denunciantes, bellas aún en el dolor...¡Muy bueno!...Besos...Any
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