La noche de Abril esparció su luz en la blancura de tu cuerpo.
Estableciendo sombras en el equinoccio de tus senos
hasta sentir celos del nacimiento orbital de tus caderas.
La noche es silencio ante la magnitud galáctica de tus muslos
y guarda sus estrellas calcinadas desde entonces.
La noche, nuestra y cómplice en aquella cita con los astros
Los dos conocemos la historia de cómo nos bebimos uno al otro,
de cómo, finalmente, hundimos nuestros fuegos bajo la piel.
Somos los culpables de las palabras nunca dichas.
Tú, mi costilla indómita ¿No eres acaso, ante mis ojos,
una imagen especial, inquisidora, irremediablemente total?
¿Qué fui sino el barro conque fuiste moldeando los secretos?
Me soñaste azul como aquel Príncipe alojado en las fronteras de tus sueños
y hasta el día de hoy susurran en tu cuerpo, aquellos astros
y aún la luna duerme plácidamente en la nobleza infantil de tus almohadas.
¡Fue hace tanto!
Y ya ves, no hemos podido excomulgar las mariposas
que levitan aún entre las palabras y exaltan los deseos.
ERNESTO DEL VALLE
3 comentarios:
Hermosa y poética obra...
Ernesto: la riqueza metafórica de tu lenguaje poético da cuenta de tu maestría...El amor, la mujer, el recuerdo, nada queda afuera de tu arte...ME ENCANTÓ...BESOS...ANY
Muy bello, sensual y puro encanto de amor.
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