Silente inmensidad salobre
que invitas a la confidencia,
esta tarde divina de marzo,
dame la nitidez de tus aguas
para intentar palabras nuevas;
dame la fuerza de tus olas
para ensayar vuelos imposibles;
dame el aroma fresco de tus algas
para enfriar mi frente
ardida por mil pensares obtusos.
Dime de ocasos y gaviotas,
sus secretos himnos de libertad,
sus límpidos cielos abiertos
donde las ideas broten transparentes
sin dogmas ni apostasías;
donde mis sentires encuentren eco…
mis amaneceres un
canto a la vida;
y me vista de nuevo con sonrisas
para diluir en versos mis rocíos
sin deshojar la rosa
ni esconder tu nombre…
Silente inmensidad salobre,
dame el azul de tus aguas.
NINFA DUARTE
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