Nacimos agua y polvo, custodiados por piedras
Insuficientes en el dolor
Niños de viento, juguetes sin caducidad
Hemos aparcado cerca de la existencia
Y lejos de las estrellas, tratando al infinito
Como geografía del espíritu
Vanos en la ciencia creyéndola regalo divino
Y escala de una vida mejor
Signos interrumpidos en la estrategia del zodiaco
Engañados por las diferencias de género
Tomamos por asalto la inteligencia
Solo para anunciar la estatura de la ignorancia
Promulgados como mendrugos del cielo
Somos la dislexia más recurrente del destino
Y la identidad verdadera de la muerte
Los siete pecados capitales nos fueron dados
Como testimonio de nuestra podredumbre carnal
Ruidos necesarios, si la soledad pretende ser miedo
Del silencio
Libros sin conocimiento en la vida útil de la madures
Adjetivos apócrifos en la presunción de las virtudes
Adictos al amor como costumbre de felicidad
Ineficientes en la pena
Y tal vez hasta hijos predilectos de Dios
Acaso si en una oración le arrancamos
La mejor de sus sonrisas
Aquí seguimos
Sin que la vejez sea el arrepentimiento de la lozanía
Con el temor a la hora cero, y la alegría de haber sido
El caos perfecto en la gran fiesta de la vida.
ANTINIO CAMPOS VILLAGÓMEZ
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