Recorriendo
los brillos encendidos
de
la cuarta puerta amurallada,
sobrevuelan
las evocaciones anónimas
en
su triste lamento azul.
Sobre
su rostro impasible
de
escultura híbrida
sembrada
en el oleaje,
se
iluminan pletóricas
las
grutas cavadas del recuerdo.
Recuerdo
doloroso e infinito
carcomiendo
los restos del naufragio,
y
vistiendo de fantasmas
los
jirones de las túnicas erráticas,
profanadas
por las algas.
Qué
fue de su vientre amatorio,
dormido
bajo la boca del amante.
Qué
fue de sus pechos,
irradiando
en la penumbra,
la
curvatura ojival
de
su entrega espiritual.
Anunciada,
en la cópula
de
la ternura;
sucumbió
del espanto
observando
su predestinación
entre
los restos del naufragio.
Oh
efigie de sombras,
sepultando
tras la bruma
arañada
por las rocas,
tu
ausencia exiliada.
GRACIELA ALFONSO
1 comentario:
¡Precioso y evocador!
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