Arrojé las cruces
desnudas,
en tu lápida de
ausencias.
Penumbras
azules, que escarbo
en el rincón de
los sueños.
Bordeo la soledad,
espectral y
desnuda.
Duermo en la
escarcha dorada
del árbol quemado;
y renazco, en la
boca inflamada
del rocío, buscando
las flores que amabas.
Olvido muerto y
distante,
trepa por mis
espacios y me ama en la noche.
Tus brazos de
cera,
miden el tiempo
inanimado del miedo;
y ríen
desmemoriados
en mi recuerdo.
Cuántos
cementerios
me esperan,
para enterrar el
último vestigio
de ternura,
sin que la vida lo
sepa,
y sin que tú te
enteres.
Graciela Marta
Alfonso
5 comentarios:
Querida Graciela: Bello poema de amor y desamor, muerte y renacimiento y como final un broche de esperanza...Me encantó...Any
Muchas gracias Any por tu comentario sintetizado en cinco palabras, interpretándolo como el ciclo de la vida...
Muy bello Graciela....azpeitia
Muchas gracias azpeitia por tu comentario
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