En las murallas altivas del sol,
rezuman los soportes de la luna,
al recordar las sendas de esa luna,
hechizando los atrios bajo el sol.
Y es que las horas fueron una luna,
que refulgía los signos de un sol,
balbuciendo un arabesco en tu sol,
impreso sobre el rostro de la luna.
Ya la vida recostada en la luna,
a veces me conlleva a ese sol,
que fueron las caricias de tu luna.
Y el corazón no deja de ser sol,
ocultando las sombras de la luna,
mientras mi Alma se besa con el sol.
LUIS ÁNGEL MARÍN IBÁÑEZ
1 comentario:
Luis: belleza magna en estas letras al sol y la luna. Una conjunción de astros que hacen las maravillas del poeta. ¡Me encantó!...Besos...Any
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