La tranquilidad fue flexible.
De repente nuestro mundo se torció
y mi corazón bombeaba látigos por latidos.
Mi cabeza era un volcán dormido
y a mis oídos entaponaba su lava.
El oxígeno, a veces, me visitaba.
Tan sumida en el trance
apenas percibía el golpe de la realidad.
Creo que si el destino hubiese decidido otra cosa
aún no habría despertado.
Fue un gran susto, con su posterior alivio.
Que los días transcurran,
que fluyan veloces
y casi ni note el peso de mi impaciencia.
Que llegue el momento de relajar la tensión nuestra.
VERÓNICA DOMÍNGUEZ BOGADO
4 comentarios:
Muy bueno el poema, me encanto, me hiciste viajar, gracias por compartirlo!
Que los días transcurran,
que fluyan veloces
y casi ni note el peso de mi impaciencia.
Si muy buen poema Vero,a veces nos embargan esos sentimientos. gracias
Cuando el mundo se torció, vino el trance...eso que nos trastoca y sume en la mismidad oscura y temida...con esperanzas de salir un día...
La ansiedad es la que gobierna nuestros sentires y en verdad no deberíamos dejarla...Buen poema, muy testimonial...Besos...Any
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