El dolor se petrifica en las
tripas y se le apoda costumbre.
Al placer lo apuñalan las agujas
del reloj al son de un torpe tic tac.
Van todos cuál bueyes mugiendo al
unísono sobre la acera,
Y esos semáforos de mierda que no
paran de ladrar,
Y esos burgueses remilgando,
llorando su triste gula.
Hace falta mirar a un lado, hace
falta respirar.
Hace falta detenerse a saborear
los dientes de la mezquindad.
Hace falta prescindir de sí para
poder amar.
Hace falta mirar a los ojos a la
muerte y besarla sin más.
Sólo se vive con la herida
abierta, hace falta morir para saber volar.
En el otoño engrosan las raíces.
ANDRÉS GRENOUILLE
2 comentarios:
eN EL OTOÑO DE bUENOS AIRES ENGROSAN LAS RAÍSES DEL AMOR GRACIAS A LA CAPACIDAD DE VER...bELLEZA, VERDAD Y SUTILEZA...mUY BELLO!...bESOS...ANY
El crisol del paso del tiempo...Moldea nuestra vida y sentimientos, también la personalidad. Desgarrados versos...
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