Somos trocitos de tiempo
en un recodo del destino,
como llovizna sobre el ancho mar,
como pequeña gota de aguacero
abandonada en un vitral...
Ante la inmensidad de la vida,
somos un suspiro en el vendaval,
arenilla del desierto inmenso,
estrellita perdida en el firmamento...
La majestuosidad de lo creado
habla del infinito amor y poder
del Creador, y plasma en nuestro pecho
la minúscula esencia de lo que somos...
La infinitud del ámbito que nos rodea,
da la medida infinitesimal de nuestro yo.
Dios dispuso que haya nobleza en el hombre
para discernir cuán pequeños somos
ante la grandiosidad de su obra...
Somos un soplo del viento,
así nos creó Dios,
pero a cambio nos dio, generoso,
el único poder eterno e indestructible:
EL AMOR...
NINFA DUARTE
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