Mi destino es un duende travieso
que aprendió el arte de seducir…
Un día camina por sendas trilladas,
otro día trepa escarpadas montañas.
Hoy mi sino pasea desganado por lejanos valles
sorteando hojarascas de otoño maduro
y en cada curva que pintan las rutas
deja un suspiro de esperanza desteñida.
Tengo el destino de un poema alado
que susurra en el confín azul de mi alma
palabras de amor infinito,
y la fresca hierba que nace del canto
viste de esperanza esta nueva aurora.
Mi destino es un duende travieso
hoy golpea mi puerta de nuevo;
ya no trae la sonrisa que seduce,
sólo llega con la brisa de un “tal vez”
NINFA DUARTE
1 comentario:
Bellas metáforas, imágenes impecables para este poema de amor a la vida. Me encantó...Any
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