CANCIÓN DE UNA AMADA
Lo sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje,
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
Tuve una mujer que era más fuerte que yo, como la hierba
es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.
Ella vio que yo era malo, y me amó.
No preguntó a dónde conducía el camino, que era su camino,
y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo, dijo:
esto es todo. Y fue mi cuerpo.
Ahora ya no está en ningún lado, desapareció como una
nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése era su camino.
Pero de noche, a veces, cuando me veis beber, veo su cara,
pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me inclino ante
el viento.
y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más
barato, y camino desnudo al viento.
Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.
Tuve una mujer que era más fuerte que yo, como la hierba
es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.
Ella vio que yo era malo, y me amó.
No preguntó a dónde conducía el camino, que era su camino,
y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo, dijo:
esto es todo. Y fue mi cuerpo.
Ahora ya no está en ningún lado, desapareció como una
nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése era su camino.
Pero de noche, a veces, cuando me veis beber, veo su cara,
pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me inclino ante
el viento.
BALADA DEL GUARDABOSQUES Y LA CONDESA
En tierras de Suecia vivía una condesa
que era tan pálida y tan bella.
«¡Señor guarda, señor guarda, mi liga se soltó,
se soltó, se soltó!
¡Guarda, arrodíllate, pronto, y átamela!»
«Señora condesa, señora condesa, no me miréis así,
yo os sirvo por mi pan.
¡Vuestros pechos son blancos pero el hacha es fría,
es fría, es fría!
Dulce es el amor, pero amarga la muerte.»
El guarda escapó aquella misma noche.
Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar.
«¡Señor barquero, señor barquero, acógeme en tu barca,
en tu barca, en tu barca!
Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar.»
Entre el gallo y la zorra brotó el amor.
«Oh, dorado, ¿me amas de verdad?»
y fina fue la noche, pero el alba llegó,
llegó, llegó:
todas sus plumas cuelgan del zarzal.
BERTOLT BRECHT
No hay comentarios:
Publicar un comentario