Venga el terrible amor, suicidio de las horas
a esparcir su veneno de tiempo necesario
ahuyentando el placer vigente, imaginario.
Que venga con la aureola minúscula y suicida
de la ostia que llega desnuda hasta la cama
saboreando la piel del tiempo que le olvida
y en pleno corazón la sangre se le inflama.
Que venga y que no olvide la rosa en primavera
muriendo de silencio en un jardín cualquiera
marchitos ya sus pétalos de pérfidas auroras.
ERNESTO DEL VALLE
2 comentarios:
Encerrado en esos pètalos de rosas se siente la soledad, muy bello poema.
Querido Ernesto: ¡Que venga, que venga el amor y la rosa y todo lo bello para hacer de nosotros, poetas henchidos de versos!...Me encantó gran poeta...Besos...Any
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