Cuando el otoño desmaya sobre el poniente
y las barrancas suspiran, suspiran
y el agua brilla como un diamante,
mientras, la brisa se esparce sobre la brisa;
Cuando la humedad del rocío lava la vida
y quema su alma, la luna llena sobre la mía
y el árbol, deja sobre el barranco su letanía;
Cuando la broza enferma dobla las manos en el camino
y viste de blanco, los pies descalzos del peregrino...
yo nacía...
en abril, cuando nace el día veinte del mes cautivo.
Justo ese día, en que las flores no ven las flores,
las hojas no ven el árbol, y la vida se ve sin vida,
en mí vivías tú, y tú nacías...
Lloré en agosto junto al barranco,
mientras, tú mirabas un río rojo de sol, de barro.
Y tú te ibas en un agosto que trajo lluvia sobre los campos.
Yo florezco en abril, y deshojo en agosto,
todos los años, todos los años.
MARTA L. PIMENTEL ÁLVAREZ
1 comentario:
Bello ciclo de la vida cantado en tu poema, donde la naturaleza se siente vibrar en cada estrofa.
Publicar un comentario