Llegas con un ejército de aroma enredado a tus cabellos.
Tus pasos de gacela te llevan hacia donde haces el pedido.
Luego, sin mirar a
nadie, escoges una de las sillas y te sientas
a la mesa como si se tratara de un trono o un santuario
y allí esperas la
llegada de las constelaciones.
Cruzas las piernas y liberas un tibio olor a jazmines,
el perfume bate sus alas en tu estancia.
Entonces me doy cuenta que no sueño
que existes realmente sin sospechar
que te vigilo la manera en que tomas la taza entre los dedos
y bebes despaciosamente un mínimo sorbo de café
mientras vas escribiendo algo en el cuaderno de notas.
Nunca entenderás, muchacha,
este histórico momento,
cuánto de ti he aprendido al apresar en tus miradas
ese brillo seductor, ese instinto de tigresa
que sólo yo he descubierto
ni los hilillos rebeldes que caen sobre tu cuello
para ampararlo de los besos y caricias clandestinos
que vuelan hacia ti como pequeños colibríes de fiebre
para instalarse victoriosos detrás de tus orejas.
ERNESTO DEL VALLE
2 comentarios:
Bello momento retratado por un alma sensible desde la sombra. Clandestinidad y sensualidad se entrecruzan dando ricas imágenes a estas letras. Me encantó...Besos...Any
Precioso. Me gusta mucho tu forma de expresar. Embelesa...
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