En la orillita del río
anoche la oí llorar:
era una pobre ranita.
-Croac, croac, croac.
Yo a su lado me acerqué,
pues la quise consolar,
y ella, sólo respondía:
-¡Croac, croac, croac!
-¿Por qué lloras? -le pregunto.
-No pararé de llorar
hasta que el agua del río
croac, croac, croac.
-Hasta que el agua del río,
sea salada como el mar,
y en ella ahogue mis penas,
croac, croac, croac…
Como silencio guardé,
ella contempló mi cara,
y al verme triste me dijo:
-¿Croac, croac, croac?
Quien escucha a sus vecinos
Algo bueno tiene ya.
Por eso voy a repetirte:
Croac, croac, croac.
-¿Qué me dices tú, ranita?
¡Ay, qué alegría me das!
¡Que ya somos amiguitos!
Croac, croac, croac.
Y todos los que nos lean
Que aprendan esta lección:
Escuchar a quien nos habla
Es de buena educación.
Cronch, cronch, cronch, cronch.
MANUEL CUBERO
2 comentarios:
¡Dulce, tierno este poema infantil!...Gracias Manolo por aportar una nota de niñez a este blog...Besos...Any
Querido amigo, una alegría y muchas sonrisas gracias a tu ranita.
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