Piel de encaje y puntillas,
atareada
zurciendo unas prendas
para los pequeños.
Murmullo de enaguas al inclinarse
tras un dedal que rodaba,
y una confidencia para blancanieves.
Los cuentos no le dieron tiempo.
Era la hora del arroz con leche.
Dejó lienzo aguja botones.
Ya regresan los que se fueron.
El ángel, nunca tan cerca.
BEATRIZ ALLOCATI
3 comentarios:
Muy sugerente este poema de una mujer atareada en cuestiones domésticas pero que confiesa a Blancanieves vaya a saber qué cosa...Yo imagino que es muy sensual y vibra entre las alas del ángel...Me encantó...Gracias Bea...Any
Deliciosas figuras... me sentí un niñito de pronto.
Me hace recordar a los siete enanitos...
Publicar un comentario