I
No la conozco. Anduvo cerca de mi casa, la
sentía, como un fantasma de película vulgar. Un día tocaría la puerta, con cara
de perseguida y la invitaría a pasar. Soy Brenda, diría. Y yo soy incrédulo. No
eres Brenda, no eres Brenda. Entra, te contaré mi historia, o tú dime quién
eres. Soy Brenda. Y así volvería el silencio. Ella sentada en el jardín, bajo
el almendro, yo con un vaso de agua y el celular. ¿Lo quieres? ¿A quién buscas?
Busco un fotógrafo. Tengo un amigo fotógrafo, ¿le hablo? No, dice. Dame el vaso.
Ella toma el agua y mira el loro en el pasto: verde en el verde. No era Brenda
porque la seguía sintiendo cerca, no frente a mí. ¿Conoces a Brenda? Ella sigue
con el vaso, me mira. ¿Cómo te llamas? Soy Brenda. Soñé contigo. ¿Te pintaste
el pelo? No. Tenías canas. ¿Yo? Sí. No. ¿No? ¿Quién eres? ¿Me conoces?
II
Cerca de casa hay una mujer que espera. Y yo
sé que allí está, aunque no la he visto. No he salido. Me asomo a la ventana y
la calle está vacía, porque ella vive a la vuelta, o sale a otra hora, o se va
por el lado que la aleja de mi casa: nunca se ha equivocado, camina hacia el
lado de siempre. Y espero una casa desocupada de ese lado, para vivir allí y
verla por fin, por allí está.
III
Y ocurrió de otro modo. Ella golpeó el
aluminio de la puerta y abrí. Era ella. Y se llamaba Brenda, no podía ser de
otra manera porque no estoy mirando la calle todo el día. Ella pasa cuando yo
no veo. Y así, ya sabes. Entonces tocó, porque alguien le dijo que allí estaba
yo. Y abrí. La vi. Le dije Brenda. Ella no dijo su nombre y movió la cabeza
hacia un lado y otro. Soy Brenda, diría, si quieres. No tengo nombre. Está bien
ese. ¿Me da trabajo? Yo trabajo en silencio y no molesto. Tú nunca vas a
molestarme. ¿Tiene trabajo? Aquí no hay trabajo, la casa no necesita otra
persona. Pero puedes quedarte en el jardín, junto a la fuente, si no molestas a
los peces. ¿Tiene peces? No. No tengo peces. Recuerdo unos peces dorados que se
murieron. Y estoy de luto. No hay nada que hacer. Sólo hay que estar sentado y
yo me asomaré a la ventana, te veré y diré: ya regresó Brenda. Aquí está
Brenda. Como el loro en el pasto que llegó solo y no se ha ido.
JAIME VELÁZQUEZ
JAIME VELÁZQUEZ
1 comentario:
Excelente relato...Mantiene el interés, felicitaciones
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