Nadie entiende cómo me siento,
tan sola y perdida, sin ganas de nada.
Cuando la noche llega yo despierto
mientras tanto soy una sombra oculta;
tapo mi luz con la capa más oscura
y sombría. No tengo nada que perder,
pero aquí estoy.
Nadie sabe cómo me siento,
tan mal con el mundo, tan llena de ira.
Sólo al escribir permanezco libre
y feliz. Sino desconfío de todo
y el miedo me come.
Sin embargo; no tengo nada que perder,
pero aún sigo aquí.
Nadie comprende cómo me siento
tras triste y cautiva.
Quizás si la Luna nunca se fuera
o al menos para mí,
lograría avivar mi ilusión por la vida.
No obstante; no tengo nada que perder,
y aún permanezco aquí.
Nadie sospecha cómo me siento
tan viva y muerta en menos de segundos.
Y es que todo se tuerce en cuanto planeo algo,
y es que nada me queda sino escribo
y es que quiero llorar mas ellas no salen
y quiero emprender el camino de nuevo
pues nada tengo que perder
y no me decido ya, que aún estoy aquí.
Nadie podría decir cómo me siento
tan falta de palabras, tan ida de este mundo.
Quisiera recordar tantas cosas
para olvidar mis grandes tormentos.
Quisiera volver a volar lejos,
lejos de lo que podría ser una tumba
pero da igual porque no tengo nada que perder,
sólo estoy esperando las fuerzas exactas
para largarme de aquí.
Nadie lograría adivinar cómo me siento
tan inexplicable me hallo, tan locuaz me encuentro.
Sentada a estas horas y apartada,
lejos de lo real y libre del mundo,
cerca de mi perdición y encantada por ello,
porque sé que no tengo nada que perder
nada es mío ni la razón que me otorga
el hecho de estar o no.
RUTH BOVINGDON